Un año para recordar...

12/01/2021 POR Pilar Medina EN Reflexiones

¿Qué se puede decir del 2020 que no suene a cliché? Pareciera ser que todo se dijo ya. Todo y más. Especialmente aquello de que fue un año que nos sacó sin piedad de nuestra zona de confort, de todo lo conocido, que hizo tambalear y por momentos derribó viejas estructuras para que de a poco empecemos a erigir unas nuevas.

Puertas adentro, Pequeños Puentes como Fundación, Fundación nueva  con apenas un año de vida como institución, –aunque con un viejo historial de campañas hechas con mucho amor– tenía todos los números para ver disolverse ese sueño corajudo en la embestida. Sacamos el cuit a menos de dos meses de que el mundo (ese mundo para el que habíamos sacado un cuit) dejara de ser como lo conocíamos. Justo cuando más fuerza para enraizarnos necesitábamos llegó el vendaval.

Y sin embargo fue nuestro año de mayor crecimiento institucional. Crecimos enormemente en voluntarios, empezamos a armarnos económicamente, nos organizamos, nos apoyamos en nuestra fuerza tecnológica, nos volvimos a organizar, ajustamos nuestra forma de trabajo, adaptamos nuestras campañas y seguimos adelante. Sin miedo. O con más amor que miedo. El amor –esa cosa tan cursi y distintiva de Pequeños Puentes y que sirve para transitar cualquier imposible– fue la clave de nuestra supervivencia y consecuente crecimiento. Cada voluntario desde su realidad, preocupación, puso al frente su corazón y aferramos nuestras raíces a nuestra misión. Era movilizante escucharnos, compartir temores, amarguras, incertidumbre. Y elegimos permanecer juntos, sosteniéndonos todo lo que fuera necesario hasta que pudiéramos activar y tener una agenda de reunión normal. Y logramos lo imposible: Cuando nos quisimos dar cuenta pasamos en ocho meses de diez voluntarios a cuarenta y ocho, separados por áreas, con una fuerza de trabajo inmensa, que hizo posible estar, aún en la distancia, bien presentes para los que más nos necesitan.

Puertas afuera hicimos muchas cosas; para empezar nuestras campañas de siempre, debiendo ajustar la participación a una de tipo cien por cien virtual, ya que necesitábamos reducir al máximo la circulación, los riesgos y simplificar lo más posible cada paso de campaña. Esto implicaba un gran riesgo pero, la respuesta de los padrinos fue generosa. Todas las campañas salieron geniales. Asimismo, durante todo el año acompañamos con donaciones de alimentos y productos de limpieza a nuestros comedores amigos, a través de una campaña de emergencia con la que muchísimos donantes se comprometieron y que llevaron alivio a cientos y cientos de hogares.

Sin embargo, hubo un tema que nos tuvo conversando, pensando, haciendo, deshaciendo, invirtiendo y diseñando todo el año. La pandemia había mandado a los niños (a todos los niños) a aprender en sus casas; a la falta de recursos habituales de nuestros niños beneficiarios se sumaron la falta de recursos de sus docentes, sus escuelas y automáticamente, la gran mayoría quedó desescolarizado. Muchos de ellos, ante la necesidad aún más apremiante que de costumbre, salieron a trabajar con sus padres para ayudar en casa con la comida. Esta situación nos obligó a mirar de cerca cosas que nunca antes habíamos observado en detalle. Hablamos con las mamás, con ellos y en nuestros intercambios nos dimos cuenta de que, para ellos, en términos de aprendizaje, no había gran diferencia entre el ir a la escuela y no ir: muchísimos, por ejemplo, no saben leer. Asumimos con pánico y dolor en el alma que las cajas escolares que estuvimos entregando durante años no habían sido suficientes para las necesidades más fundamentales de nuestros niños. Que sí consolaron, que sí mejoraron más de un instante, que sí entusiasmaron a más de uno pero, las cajas escolares no les garantizaban el aprendizaje ni el acceso al mismo. ¿Qué íbamos a hacer ahora que sabíamos todo esto? Trabajamos hasta quemarnos las pestañas y la paciencia en lo nuevo que se viene y de lo que muy pronto llegarán para ustedes novedades y una invitación muy directa a sumarse a la aventura.

Así el 2020 nos forzó a hacer un salto de calidad en tantos pero tantos aspectos… pero, el más importante, es en lo que les damos a nuestros niños, que son, en definitiva, los actores principales y la razón fundamental de nuestra existencia.  

 

Pilar Medina

Directora y Fundadora

 


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