Dar lo mejor
A dos días del lanzamiento de la 4ta edición de la campaña “Yo soy mi nombre” que hacemos para el día del niño, me encuentro un domingo a la mañana revisando y ajustando la misión mi organización. Hay varias cosas para decir al respecto, lo sé. Y la más evidente es por qué estoy “trabajando” un domingo después de una semana demoledora en exigencias. La respuesta es bien sencilla: estoy poseída por un amor tan grande por lo que hago que no puedo no hacerlo. Es mi pasión y mi propósito. Y si hay algo que no sabe de horarios y fines de semana son las pasiones y el propósito.
Lo otro es por qué con todo lo que hay que revisar y ajustar y mejorar yo vengo a detenerme en la misión. Y la respuesta es sencilla también, pero a veces se olvida: la misión es el nombre escrito del propósito. ¿Qué queremos en Pequeños Puentes? ¿Cuál es nuestro propósito? “Llevar autoestima, infancia y dignidad a los niños más olvidados de la sociedad.”
En todos estos años de ir a los comedores, de entregar regalos nuevos, con nombre y apellido, de conocer a los chicos, de ver y tocar sus cartas, leerlas y contarlas; y después también de mucho hablar con las coordinadoras aprendimos que si para ellos hay algo peor que ser “los olvidados” de la sociedad eso es “la solidaridad a medias” y de la que desgraciadamente están muy rodeados. Esa solidaridad lejos de ayudar solo afirma su lugar de pobres, de olvidados, porque en el medio de la indignación la mayoría de las veces deben recibir igual, y con una sonrisa. Los descartes de los otros, lo más barato que se pudo conseguir, lo que ya no sirve pero sirve para la foto o para poner en un informe. Y la veo a Tere con su mueca de grito atragantado: “No merecemos esto”.
“Los regalos de Pequeños Puentes dignifican”, me dijo una vez María Rosa y nos dio el único feedback que necesitábamos para seguir fortaleciendo y mejorando el camino que habíamos elegido andar.En Pequeños Puentes todo se hace al máximo de los talentos y las capacidades de cada uno de los miembros de la organización. Es una filosofía interna que surge naturalmente desde el corazón de esta misión: Solo se puede llevar autoestima, infancia y dignidad si estás muy enfocado en dar lo mejor para ese niño, tanto como si fuera para tu propio hijo. Si tu propósito es crear magia, llevarla adonde todo está oscuro, solo lo vas a lograr dando lo mejor de vos.
Y eso le transmitimos a nuestros donantes. Y ellos lo entienden y nos apoyan. Sienten como nosotros. Creen en una solidaridad personalizada y nos agradecen la oportunidad de canalizar su amor. Creen en nosotros cuando porque les damos voz e identidad a cada chico. Y así les ofrecemos a alguien en quien pensar al momento de dar una mano; alguien concreto a quien dirigir las mejores intenciones, los mejores deseos. Porque cuando el otro no tiene nombre es como si no existiera y si no existe en realidad no importa, no me importa, no me afecta. Pero cuando tiene nombre, apellido, dibuja y escribe lo reconozco y me reconozco. Yo podría ser él. Él podría ser yo. Ahí sucede la magia. Y ahí se da lo mejor.
No. No es lo mismo dar que dar lo mejor.
Pilar Medina
Directora y Fundadora