¡Con las manos en los libros!
Celebramos un nuevo encuentro narrativo en el comedor Ranita Feliz, localidad de San Miguel. Allí, el grupo Antígona (protagonizado por 25 niños y niñas de 7, 8 y 9 años) y nuestro equipo de narradores se hicieron presentes. Si bien no obtuvimos una asistencia perfecta, Cielo Martinez de 5 años que ya nos acompañó semanas anteriores con la narración “Las 7 puertas”, se nos unió nuevamente con su libro bajo el brazo, en principio tímida, pero poco a poco se desenvolvió demostrándole a todos su dotes artísticos, con ella también nos acompañó Tahiel un niño que no asiste al comedor y es primo de uno de los chicos, al principio no quería entrar, se quedó afuera bajo el sol, se mostraba distante pero con el pasar del tiempo se animó y se mostró muy extrovertido.
Cada integrante del grupo se acercó a nosotros con sus
libros, resguardándolos con mucho amor, como si fuesen un tesoro, y tal vez lo
son. Muchos de ellos aún no leen, pero siempre están deseosos de escuchar las
historias que guardan esas páginas.
Antes de comenzar con las narraciones, el grupo Antígona
plasmó su identidad en una cartulina dónde la creatividad y los colores fueron
la norma. Cada niño y niña fue invitado a escribir su nombre, que también
acompañaron de algún dibujo. Cielo, que se mostró un poco tímida, prefirió que
Emma escribiera su nombre por ella (posiblemente porque no sabía cómo hacerlo).
Gonzalo, en cambio, quería hacerlo él, pero tampoco sabía cómo. Atenta a esto,
la narradora Stefi acudió en su ayuda enseñándole las siete letras de su
nombre, que exitosamente replicó en la cartulina. Fue tan exitosa la forma en
que Gonzalo aprendió a escribir su nombre, que en una actividad escrita que más
adelante se desarrollaría, sin la ayuda de nadie, con mucha concentración y
hasta queriendo que no lo vean, él mismo terminó su actividad y la acompañó de
su nombre. ¡Bravo!
Para comenzar las narraciones, Stefi, estudiante de nivel
inicial y gran voluntaria de Pequeños Puentes, nos narró con memoria de
elefante “Un Cuento Puaj” y nos dió clase de cómo hacer que cada niño y niña la
ame. Luego Silvia, bibliotecaria comprometida con la literatura, nos contó “Historias
Disparatadas” en las que tanto adultos como menores participamos y disfrutamos.
Después Lisandro, superhéroe oriundo de la localidad de Quilmes, se sentó y nos
leyó “Un elefante ocupa mucho espacio”.
Una vez compartida cada historia realizamos una actividad en
donde podían escribir o dibujar qué cosas les producen puajización y cuáles no.
Al final prefirieron enfatizar en la segunda opción y muchos diseñaron casas
lindas y grandes rodeadas de arcoíris, a pesar de los 28°C, el calor no nos detuvo
y las horas transitaron de forma indiferente.
Para finalizar Lisandro nos sorprendió a todos con un plano
gigante del circo del cual provenía el Elefante Víctor, cada niño y niña nos
ayudó a decorar con animales, personajes, colores y banderas aquel espacio
plegado de imaginación con muchos nombres que tuvimos la suerte de conocer,
entre ellos Tahiel y Cielo que, sentada en el medio y al pie de la base del
circo termino de colorear cada espacio de aquel circo fantástico.
Gracias por hacer todo esto posible.